Como todo procedimiento artesanal la tradición marca el proceso
UNA LARGA Y LENTA ESPERA PARA EL MEJOR SABOR
En Jamones Kiko, el jamón ibérico se elabora mediante un proceso artesanal que sigue las tradiciones de la dehesa y garantiza la máxima calidad. Todo comienza en el campo, con una estricta y cuidada alimentación del cerdo ibérico en su entorno natural, la dehesa. Esta alimentación y el proceso de elaboración del jamón ibérico de bellota son esenciales para lograr el sabor y la textura únicos que caracterizan a nuestros productos. A continuación, te contamos las fases del proceso de elaboración del jamón ibérico.
El proceso de elaboración del jamón ibérico de Jamones Kiko se divide en varias fases clave para garantizar un producto de alta calidad. En el perfilado, realizado a mano y a baja temperatura, se retira la carne no grasa de los perniles, evitando desecaciones excesivas. Luego, en la fase de salazón, cada pieza se cubre con sal marina y se conserva en cámaras frías y húmedas, donde el tiempo varía según la alimentación del cerdo.
Tras la salazón, los jamones pasan por el lavado y post-lavado, donde se eliminan restos de sal y se colocan en cámaras de control de temperatura y humedad para perder hasta un 20% de su peso. En la fase de secado natural, los jamones maduran lentamente en secaderos naturales, cubiertos con manteca para protegerlos.
La última fase, maduración y envejecimiento, dura entre 18 y 36 meses, dependiendo del tipo de jamón, permitiendo el desarrollo de su aroma y sabor característicos. El maestro jamonero verifica la textura y el aroma con una cala, asegurando que el jamón está en su punto óptimo para disfrutar de su auténtico sabor artesanal.